Por Oriana Chale
Estudiante de Comunicación social (Universidad Nacional de Rosario).
Voluntaria del Área de Comunicación de ASPPE.


La película Wonder, estrenada en 2017 en Estados Unidos y dirigida por Stephen Chbosky, narra la vida de August Pullman, un niño de 10 años que nació con un trastorno genético poco frecuente conocido como “disostosis mandibulofacial”. “Auggie”, como lo llaman sus conocidos, es parte de una familia integrada por su mamá, papá y hermana mayor. 


La representación de personas con discapacidad en el cine no sólo permite vencer prejuicios preestablecidos sino que además aporta una mirada realista sobre la diversidad a través del modelo social de la discapacidad.  En esta película vemos el proceso en torno a la inclusión educativa y social que atraviesan como familia en el marco de una transformación profunda de paradigmas vinculados a la discapacidad.


A lo largo de la trama podemos conocer un poco más sobre cada personaje y vemos cómo la llegada de Auggie cambia sus vidas. Por ejemplo, vemos a la hermana, Olivia, atravesar momentos difíciles en la escuela secundaria cuando se pelea con su mejor amiga y ante la tristeza de esa soledad, August la acompaña y los vemos hacer actividades juntos como ir a buscar caramelos en Halloween. Otro ejemplo es cuando Isabel, su mamá, decide retomar la tesis final de su carrera que postergó luego de que naciera Auggie y es principalmente Nate, su esposo y papá de los niños, quien la incentiva y apoya para que finalice su proyecto.


Wonder (o Extraordinario en español) busca concientizar y visibilizar a personas que rompen con los estereotipos sociales. Auggie, el personaje interpretado por Jacob Tremblay, muestra momentos dolorosos que reflejan las barreras a las que se enfrentan día a día las personas con síndrome de treachers collins: acoso escolar, miradas y preguntas no deseadas, el estigma de lo desconocido. “Esta es la cafetería. Está bien para ser de escuela. ¿O tu comes comida especial?”, le pregunta con desprecio uno de los compañeros a Auggie cuando le está haciendo el recorrido inicial para que conozca la escuela. 

Auggie aparece, entonces, para enseñarles a sus compañeros qué ser una persona con discapacidad, es ser una persona más. Sus compañeros aprenden que Auggie juega, ríe, come, aprende, piensa, corre, imagina, disfruta, sufre… como cualquier otro niño. Sin embargo, su fortaleza e integridad no son  posibles sin el apoyo, la contención y el acompañamiento de su familia que desde un principio prioriza la crianza de Auggie a partir del amor y evitando la victimización.

El guión, escrito por Jack Thorne, Steve Conrad y Stephen Chbosky, refleja que no hay diversidad sin inclusión, no hay inclusión sin empatía y la empatía se construye, a lo largo de la película, al mostrar cómo es la lucha de un niño con discapacidad por crecer y ser incluido en la sociedad.




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